
Albi en la primera mitad del siglo XIX
Cité épiscopale d’Albi
Albi conoció en el siglo XIX y a comienzos del XX un período de gran desarrollo económico, importante aumento de su población y extensión territorial de su centro urbano.
Se trazaron muchos planes de urbanismo para acompañar este desarrollo. Como en el pasado, los albigenses fueron capaces de impedir lo que podía desfigurar su patrimonio y mantener lo que le convenía mejor a su centro histórico, valorizando el « corazón de Albi », la catedral y el palacio de la Berbie, con su entorno inmediato.
Un período de atonía
Después de los años tormentosos de la Revolución Francesa y el Imperio, Albi atraviesa un período de atonía. Es una ciudad que dormita, modestamente poblada por 10 000 a 13 000 habitantes. No se inician allí grandes trabajos, sólo se ensancha el Puente Viejo (1818-1822) y se mejora la navegación entre Albi y Gaillac, en torno a la década de 1830.
La ciudad de Albi ofrece entonces un doble rostro que sus contemporáneos destacan... Se celebran los hermosos paseos por los Lices, el agrado del Jardín Nacional, antiguo jardín Choiseul, la hermosa alineación de los barrios que se extienden hacia el este, resultado del urbanismo del siglo XVIII que dotó a la ciudad de « los aires de una pequeña capital ».
A ello se opone la ciudad medieval, de calles estrechas y tortuosas, a menudo mal empedradas, mal iluminadas durante la noche y atestadas de restos y de animales sueltos.
En 1813 sólo se encuentran unos treinta faroles con lámparas de aceite; el ayuntamiento indica además todavía en 1842 que « sólo se iluminará durante cuatro meses… y que el resto del año se verá, de acuerdo a los ahorros…» Varios arquitectos proponen planes para mejorar esta situación.
Proyectos de urbanismo “haussmanniano” sabiamente descartados
Berbigié, antiguo jefe de obras y geómetra, fue el encargado de trazar un plan general - "plan de alineamiento y de embellecimiento" - para Albi después de 1807. Estaba consciente de los mejoramientos por aplicar: "las calles no están alineadas y las casas están ridículamente construidas", mencionaba en sus comentarios. En su mayoría, sus propuestas no fueron aceptadas y tampoco la que hubiese desfigurado la catedral.
Berbigié proponía demoler las casas que ocupaban el espacio en torno a Santa Cecilia y que la encerraban del lado del ábside; pero sugería construir en el espacio así despejado, justo contra el presbiterio, un espacio cubierto para el mercado. Este proyecto volvió a estar de actualidad en varias ocasiones, pero no fue jamás realizado. En la década de 1820 otro proyecto fue formulado por el prefecto del Tarn, Joseph-Léonard Decazes, futuro diputado del Tarn y hermano de Elie Decazes, ministro de Luis XVIII.
Para realizar la unión entre la plaza de la Pile y el Castelviel considera la posibilidad de demoler la puerta Dominique de Florence y permitir que pase una calle a lo largo de la catedral, entre los pilares del baldaquino, para alcanzar la calle del Castelviel. Este proyecto no tuvo consecuencias. Durante el siglo XIX hubo proyectos que buscaban remodelar los cascos antiguos de las ciudades mediante calles de trazado rectilíneo y demoliendo barrios enteros, sin perdonar a menudo edificios pintorescos o de valor histórico.
Fue entonces que Albi conoció su mayor plan de urbanismo, elaborado por el ingeniero Mariès entre 1820 y 1839. Jean- François Mariès (1758-1851) era ingeniero formado por Puentes y Calzadas y por Laroche. Se destacó, como ya hemos visto, al escribir durante la Revolución al ministro Roland para salvar el corazón de la catedral.
Después de una brillante carrera, volvió a Albi ya retirado. Propuso para la ciudad un plan grandioso de urbanismo, en el cual trabajó durante veinte años, minuciosamente y ad honorem. Pero Mariès era un « Haussmann albigense » que antecedió al verdadero Haussmann: quería planos rectilíneos trazados con regla y escuadra, sacrificaba casas pintorescas, barrios antiguos y monumentos históricos. Proponía desmantelar el ala orienta de la Berbie, realizar un plano cuadriculado en zonas de Castelviel, instalar un espacio de mercado frente a Saint-Salvi y realizar perforaciones destructoras en la edificación antigua. De sus propuestas sólo algunas llegaron a realizarse.
Así se crearon la calle Mariès, que une en una feliz perspectiva el portal de la catedral con el pórtico de la prefectura; la unión de la calle Santa Cecilia y la calle de Verdusse, o la futura calle Émile-Grand. Los albigenses supieron utilizar el plan Mariès con discernimiento y habilidad. Al mismo tiempo que rindieron homenaje a Mariès, « cuya dedicación y talento son perfectamente conocidos de todos », como lo proclamó el alcalde de Albi, descartaron los proyectos avasalladores o negativos.