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Bajo Louis de Amboise

Cité épiscopale d’Albi

La autoridad de Louis de Amboise, incontestada mientras fue ministro todopoderoso junto al rey, se detiene en su calidad de obispo en las puertas de la colegiata Saint Salvi.

Los notables albigenses terminan con la progenitura masculina, que se somete mal a la austera regla de san Agustín.

Ausentes de los asientos del coro y de las plegarias que administran, se hacen reemplazar por vicarios a los que pagan generosamente, tienen alojamiento personal y sirvientes jóvenes y encantadoras, y frecuentan las tabernas con la daga pendiendo de sus trajes de laicos.

En un período en el cual la fe no es muy exigente con respecto a las costumbres del clero, de todos modos se han sobrepasado los límites.

Sin imaginar un regreso a una regla estricta, Louis de Amboise quiere poner término a los abusos más escandalosos. Confisca el diezmo de las plegarias y trata de controlar a los nuevos postulantes a la colegiata.

Los canónigos ya instalados se refugian tras la referencia a la costumbre. En 1486, cansado de los excesos, Louis de Amboise llega a las notificaciones y a las amenazas de excomunión. Los canónigos se refugian en la colegiata, y se recurre a la instancia suprema, el papa. Este no toma posición por los canónigos. Será necesario recurrir a la fuerza y a los arqueros del rey Carlos VIII para someter a los franciscanos del plô de Saint Salvi.

La Guerra de Cien Años no está lejos.

"Albi, biographie de ma ville", Jean Roques. Col. Rives du Temps


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