
Los cátaros
Cité épiscopale d’Albi
¿Quién podrá creer que en Saint Salvi media docena de canónigos renegaron del bautismo, del sacerdocio y de los votos, que fueron heréticos?
Ocurrió en 1278 , según cuenta Vinhals: « Algunos días después de mi admisión en la secta fui invitado por el capellán mago de Saint Salvi, dom Jean Donat, y por su colega dom Guilhem Guirbaut, a entrar en una antigua tienda situada delante de la puerta del monasterio y que le pertenecía, para ver lo que ellos llamaban una hermosa vista. Me encontré en presencia de dos ministros de pequeño tamaño ante los cuales hice las tres genuflexiones acostumbradas. Más tarde supe que nuestros canónigos los había gratificado en su partida, después de dos días y dos noches de túnicas pardas. »
A Jean Donat, fallecido, lo sucede dom Bernard Mémori a la cabeza de los capellanes de Saint Salvi. Vinhals asiste en su casa a una reunión con dos Perfectos, traídos por el canónigo Huc Galinier. Desde Saint Salvi, la herejía se refugia en las parroquias de los alrededores que dependen de ella.
Para concluir que junto a la tumba de Salvi, del santo obispo de Albi, se incurrió en apostasía, basta un paso. Lo franqueará Bernard de Castanet.