
Comparación con otras construcciones de ladrillo
Cité épiscopale d’Albi
La tierra cocida o cruda es un material de construcción que se encuentra prácticamente en todo el planeta y bajo todos los climas. Una mirada global desde los valles del Tigris y el Eufrates, en Irak, a lo largo del Nilo en Egipto, del Indo en India y del Hoang Ho en China, revela el uso abundante de la tierra como material de construcción desde el origen de las civilizaciones.
En el actual estado de los conocimientos, el ladrillo de tierra cruda se asocia con los primeros elementos de tipo urbano (a partir del VIII milenio a.C. en Mesopotamia).
Contrariamente a otras técnicas, el ladrillo parece haber favorecido la división del trabajo, una cierta jerarquía y la producción en masa, permitiendo realizaciones programadas y en gran escala a partir de esos tiempos. Entre los sitios construidos con tierra e inscritos en la lista del patrimonio mundial, se puede citar en particular la antigua ciudad de Alepo (República Árabe Siria), la ciudad fortificada de Bakú (Azerbaiyán), la ciudad de Khiva (Usbequistán), ejemplo de transición entre el ladrillo crudo y el cocido, las ciudades de Sana’a y de Shibam (Yemen), llamada la « Manhattan del desierto », el ksar de Ait-Ben-Haddou (Marruecos), el Pueblo de Taos (Estados Unidos), Quito (Ecuador), Cusco (Perú), Coro (Venezuela), Ouro Preto (Brasil)…
Pero estos sitios provienen de civilizaciones sin mayor analogía con la Ciudad Episcopal de Albi, y testimonian la utilización de la tierra cruda, llamada también adobe, mientras que Albi es testimonio de la utilización del ladrillo cocido. Si bien las huellas de la utilización del ladrillo cocido se encuentran desde el V milenio a.C. en Mesopotamia, su uso en China o en Europa es mucho más reciente (en la Antigüedad, en el caso de Europa). El ladrillo cocido utilizado en Europa del Norte es muy oscuro y a menudo incluso violáceo, mientras que el del centro de Europa es más bien anaranjado.
La tonalidad cálida del ladrillo cocido se encuentra en abundancia en las ciudades italianas: Siena, Pienza o Urbino. En Albi, el color varía de acuerdo a la luz y se combina con la línea verde del Tarn, confiriendo al conjunto una fuerza estética incomparable. Además, el ladrillo reina verdaderamente sin competencia, porque se le encuentra tanto en habitaciones simples como en los monumentos más importantes. Albi posee toda la gama de aplicaciones de este material, desde casas con paños de madera y ladrillo a la vista, paños de madera y ladrillo enlucido, ladrillo a la vista como único material y mansiones que combinan piedra y ladrillo. Pero su originalidad se expresa sobre todo por la presencia dominante de un grupo episcopal sin parangón, de fuerza y carácter excepcional, enteramente construido en ladrillo.
Los medios constructivos que ofrece el material han permitido por lo demás levantar grandes construcciones, como el minarete de Jam (Afganistán), de 65 metros de altura, o la catedral gótica de Roskilde (Dinamarca), ambos inscritos en la lista del patrimonio mundial.
Pero las comparaciones no pueden ir más allá, porque la catedral de Albi es entre los edificios católicos, por una parte, la mayor catedral del mundo enteramente construida de ladrillo y, por otra parte, la expresión más lograda de una arquitectura gótica original, que se distingue de la arquitectura gótica europea por una búsqueda de armonía dentro de la austeridad.
Los tamaños standard del ladrillo varían de un país a otro, pero en general es en lo ancho la dimensión máxima de lo que una mano puede asir, es decir, aproximadamente 11,5 centímetros. Las albañilerías romanas fabricaban ladrillos cuyo ancho equivalía a dos tercios su longitud.
Del mismo modo, la albañilería albigense, probable resurgimiento de la cultura de edificación romana, se distingue por el uso de un módulo particular de ladrillo, llamado « ladrillo foráneo ». El ladrillo foráneo se caracteriza por sus dimensiones: grande y aplanado, mide 37 centímetros de largo por 22 centímetros de ancho y unos 5,5 centímetros grueso.
Este material presenta ventajas particulares de resistencia. Además, permitía obviar los delicados problemas de tallado para los ajustes, y no requería especialistas calificados para construir los muros. Por lo tanto, en un período en el cual en las catedrales del norte de Francia, como Reims o Amiens, se estandarizan elementos de arquitectura pre-tallados en las canteras, en la catedral de Albi se utiliza el ladrillo foráneo, material estructuralmente estandarizado.
El ladrillo foráneo le otorga cierto parentesco con las ciudades que se levantan a lo largo del río Tarn y del Garona; pero entre todas ellas destaca Albi como excepción. La Ciudad Episcopal de Albi, con sus monumentos extraordinarios, lleva a su más alta expresión arquitectónica y estética un material que es, sin embargo, universal.