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Nave única y contrafuertes

Cité épiscopale d’Albi

La arquitectura de Santa Cecilia se organiza a partir de un elemento estructural que gobierna todos los demás: la nave única. Esta decisión excluye los arbotantes que tienen como función sostener la bóveda de la nave central y que deben para ello sobresalir de las naves laterales.

La ausencia de naves laterales implica la desaparición de los arbotantes: los contrafuertes directamente aplicados al muro cumplen la función de sostén de las bóvedas. De todo ello resultan planos despejados que contrastan con el entorno pintoresco de las catedrales del norte, donde el espacio lleno de pináculos se encuentra seccionado por los arbotantes.

Sin embargo, desde el punto de vista de su estructura, la catedral de Albi resulta plenamente gótica; los elementos arquitectónicos se reducen a las nervaduras de las bóvedas y a los contrafuertes. Estos últimos sorprenden por su masa (cada uno representa un volumen de 432 metros cúbicos). Los muros son simples separaciones desprovistas de función portadora; sin embargo, conservan gran importancia y no se encuentra vaciados como en el arte del Norte y conservan su pleno valor, su función de límite.

En Albi, la arquitectura gótica resulta muy alejada del grafismo característico del arte de Francia. Prioriza por la disposición de los planos por sobre el juego de las líneas, por el volumen por sobre el dibujo; por la nitidez por sobre el contraste. Lleva la simplicidad austera a su más alto grado, que opone el gótico tolosano a la exuberancia de la arquitectura francesa.

El muro se eleva en un solo impulso, ya que las bóvedas de las capillas alojadas entre los contrafuertes son soportadas en la raíz por las de la nave. La forma redondeada de los contrafuertes, originalidad propia de Albi y que la hace única (el director de obras evitó la brutalidad de los ángulos agudos), crea un ritmo con la desnudez de las superficies de los muros y les evita cualquier aridez.

La pared vertical, encuadrada por hemi-cilindros que se afinan hacia lo alto, expresa por lo tanto perfectamente el impulso y « la tensión » del gótico.

Es sin duda en el presbiterio donde se expresa mejor la aplicación de superficies de un valor casi táctil. Una geometría sutil combina de manera notable los cilindros de los contrafuertes con extensos planos oblicuos, de los cuales surgen los polígonos de las capillas, que retoman con una diferencia de algunos metros la vertical del zócalo.

El sol da origen a sombras desplazadas que animan el conjunto y afirman su fuerza masiva.


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