
El palacio de la Berbie
Entre las residencias que los obispos del Mediodía francés se hicieron construir durante la Edad Media, poco alcanzan la amplitud del Palacio Episcopal de Albi.
Famoso por recibir en su interior el Museo Toulouse-Lautrec, el palacio es conocido como Palacio de la Berbie, deformación occitana de Bisbia que significa obispado. Impresionante fortaleza, se debe en su parte más antigua a los prelados que se sucedieron en la sede albigense durante el siglo XIII.
El obispado de Albi fue establecido en el siglo IV, en el momento de la creación de la ciudad de Albi, separada del territorio de la ciudad galorromana de los Rutenos. Implantada en un sitio elevado, fortificado en la época gala y que dominaba el río Tarn, el palacio de la Berbie fue edificado hacia 1250-1260, bajo el episcopado de los obispos Durand de Beaucaire y Bernard de Combret.
Obra civil por su arquitectura militar, y religiosa por su función, el palacio inicial adoptó la forma de un imponente torreón de ladrillos (llamado torreón Sainte-Catherine), rodeado de cuatro torres de ángulo. El obispo Bernard de Castanet (1277-1308) le da la amplitud y la monumentalidad que se le conoce hoy.
El palacio fue ampliado agregándole un segundo torreón (el torreón Saint-Michel) y una extensa ala rectangular (ala de los Sufragantes), dotada de fuertes murallas, y que contiene la capilla de Notre-Dame.
El palacio pasa entonces a tener aires de fortaleza por su masa imponente y su posición dominante, afirmando el poder episcopal sobre el de la ciudad, en manos de los cónsules.
Para hacerlo, Bernard de Castanet dispone de importantes recursos que obtiene del diezmo de las parroquias recuperado en tiempos de las cruzadas contra los cátaros, y afirma su poder gracias a la Inquisición.
Junto al palacio de la Berbie comienza la construcción de una nueva catedral la cual, por la fuerza de su arquitectura de ladrillos y el impulso del estilo gótico, dibuja la matriz de la Ciudad Episcopal y su coherencia urbana.