
Las primeras piedras
Cité épiscopale d’Albi
Hasta comienzos del siglo XIII, los obispos de Albi vivían en un grupo de casas ubicadas entre la catedral románica y las murallas próximas, prestadas por los canónigos, lo que indica la relativa precariedad de alojamiento de los prelados albigenses durante aproximadamente un siglo.
Una situación de este tipo no podía ser aceptada mucho tiempo en el siglo XIII por personas que habían pasado a ser los verdaderos señores de la ciudad.
La dignidad de la función, el desarrollo de la administración episcopal implicaban construir edificios más adecuados para manifestar su poderío.
Eso fue lo que hizo Durand de Beaucaire (1228-1254) con sus primeras obras. El obispo aprovechó el debilitamiento de los vizcondes de Albi, los Trencavel, durante la cruzada contra los albigenses, para reorganizar en su provecho la percepción de impuestos.
Este súbito enriquecimiento le permitió indicar su poder mediante una nueva residencia. A la vieja Bisbia debía suceder una nueva Bisbia rodeada de honores.
La Bisbia nova se compone de una sala feudal (aula) a la cual está adosada una torre; al oeste se edifica la torre Saint-Michel (con dos niveles), destinada al tribunal y a las prisiones eclesiásticas. Los honores en la época se traducen por la edificación de torres.
Durand de Beaucaire construirá dos torres, una en la Bisbia antigua que pasará a ser la torre Saint-Michel, cedida a la Inquisición que instalará allí su tribunal y su prisión, y la otra del lado del muelle Choiseul, que le servirá de alojamiento. Un cubo sin mayor gracia donde las aguas de lluvia son recogidas por gárgolas, y que incluye en la planta alta una gran sala que sirve para las manifestaciones oficiales.