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Del vado al puente

Cité épiscopale d’Albi

Desde los montes de la Lozère hasta su llegada al plano, después de los rápidos del Salto del Sabo, el río Tarn inicia una serie de curvas que lo transforman en un río tranquilo. Sin embargo, sus orillas siguen siendo abruptas y encajonadas hasta la desembocadura del riachuelo de Caussels, donde las riberas se hacen más escalonadas.

Durante mucho tiempo, un vado cercano a la ubicación del Puente Viejo fue uno de los pocos puntos para atravesar un río de curso siempre accidentado.

Fue por lo tanto a partir de este lugar privilegiado que, probablemente, se constituyó la futura población albigense.

En la Edad Media, los medios técnicos y financieros imponían a los constructores de puentes utilizar al máximo los elementos naturales para implantar los pilares, y para decidir la luz de los arcos.

Hubo que esperar el siglo XVIII para que pasara a ser posible franquear las limitaciones del sitio y construir puentes con arcos todos iguales, conforme a un plano diseñado abstractamente.

Para reparar la calzada del Puente Viejo y ampliarla, hubo que modificar sus apoyos. Se prolongó en el sentido río abajo el espolón de los dos pilares vecinos a la orilla izquierda. Se construyó una caja compuesta de una fila de estacas y tablestacas en la cual se vació una mezcla de piedras de río y mortero de cal y arena.

Sobre esta base se colocaron tablones y, por sobre éstos, un piso destinado a soportar la albañilería de ladrillo unida a los arcos de piedra, cuyo contorno rodeaba. En los otros pilares, el arco de ladrillo se apoyó en los espolones.

Del lado contracorriente, se adoptó una solución diferente; se recortan los espolones, conservándoles un plano triangular en su parte inferior, pero dando una nueva forma a la parte superior, enteramente reconstruida. Tal como se ve hoy, soporta en sus costados arcos de ladrillo en saledizo muy rebajados.

Estas obras modificaron sensiblemente la estructura y la apariencia del Puente Viejo, pero al revestirlo con una máscara de ladrillo le permitieron inscribirse mejor en su entorno.

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1 Mémoires d’Albi, une ville à travers l’histoire. Georges Protet, p.9


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