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Una nueva vía

Cité épiscopale d’Albi

El Puente Viejo, de 151m, descansa sobre ocho arcos. En 1035 una asamblea compuesta por el vizconde de Trencavel y dignatarios eclesiásticos de la comarca del Albigense y de las diócesis vecinas deciden su construcción, y todo el tráfico que antes pasaba sobre algunas vigas y planchas colocadas a través de las rocas del Salto de Sabot, entre Saint Juery y Arthés, es así desviado hacia Albi. La ciudad obtiene de este modo el monopolio del paso sobre el río Tarn.

Reemplazando una chalana en el lugar donde las orillas son más bajas, su construcción fue un acontecimiento memorable. Fue el signo de la recuperación económica. Desde Toulouse a Lyon, de Bordeaux a Béziers, los caminos orientan a los mercaderes hacia el puente, el único en todo el trayecto del río donde se le puede atravesar.

La empresa era importante: se trata de establecer un vínculo entre poblaciones separadas por el río Tarn, y entre Italia y España por el camino de Lyon que atraviesa Albi, el Puy y Toulouse. Puente con peaje, incluía una torre-puerta fortificada en el centro, la capilla y en el extremo derecho el puente levadizo y el “revellín” (pequeña fortificación).

En 1820, para adaptarse a los nuevos transportes de la revolución industrial, se rehace y ensancha su calzada. Construido primitivamente de piedra, fue revestido posteriormente con ladrillos.

El río Tarn era entonces escenario de un importante comercio fluvial, que se realizaba sobre embarcaciones llamadas gabarras. El Port Vielh de Albi se llenará de vida y de actividades variadas hasta fines del siglo XVIII.


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