
El río Tarn
Cité épiscopale d’Albi
El Tarn atraviesa todo el territorio albigense. Sus riberas verdes, inundadas regularmente, mantienen un aspecto “silvestre” que contribuye a su encanto y lo convierte en un espacio natural donde se desarrollan armoniosamente especies vegetales endémicas, y se favorece el equilibrio de la fauna.
Los árboles (alisos, fresnos, arces) se adaptan a los desbordes del río; aquí la balsamina silvestre y la ortiga reciben mariposas, la zarza cubre algunos taludes y permite obtener moras; las cañas conviven con los cornejos, los saúcos, la alheña y los viburnos.
Utilizado para la navegación desde la Antigüedad, el Tarn fue vuelto navegable entre Albi y Gaillac gracias a un sistema de esclusas realizadas entre 1820 y 1830.
Dos de esas esclusas subsisten, así como la casa del esclusero cerca del Puente Viejo.
Un servicio de gabarras (barcas de fondo plano) permite hoy conocer antiguos molinos, muelles testigos de esa actividad fluvial (entre 1835 y 1865 transitaban anualmente hasta 50 000 toneladas de carbón de Carmaux), así como los emplazamientos donde se desarrollaron antaño actividades industriales que animaban esta ribera derecha.